La vida es un camino sinuoso,
desconocido, en ocasiones atemorizante, la mayor parte del tiempo largo y sin
claridad, donde la única certeza es saber que en algún momento llegarás al
final...
Caminas y caminas... sin rumbo cierto tratando de no perderte, de mantener tu
norte, de llegar a esa meta propuesta en un inicio...
Tus propias huellas... algunas probablemente desvanecidas, otras marcadas
profundamente aún.
A mitad del camino de tu vida te detienes, a tomar aliento, llenas tus pulmones
de aire para poder continuar sin caer en la fatiga que implica tratar de
siempre de avanzar...
Continúas caminando...
Las noches se hacen presente,
cubriendo con su oscuridad todo, impidiendo a tus ojos vislumbrar
más allá, sumiéndote en la incertidumbre de lo que viene.
Te preguntas ¿a dónde se dirigen tus pies? Al descansar tu agotado cuerpo te
entregas al mundo de los sueños, donde puedes comenzar a idear y planificar la
mejor manera de continuar.
No alcanzas a percibir
siquiera en qué momento un pequeño claro de luz ha vuelto a iluminarlo todo,
anunciando que ha llegado un nuevo día y que debes continuar tu andar. Marcha
que lo único que busca es poder tener la alegría de poder por un instante
volver la vista hacía atrás y recorrer con una mirada amplia el sendero que has
dejado.
En algún momento, no sabrás si de noche o en la claridad del día, te darás
cuenta de que "has llegado al final de tu camino..." y quedarás
perplejo. Casi no podrás reaccionar. La sorpresa será tan mayúscula que solo
permitirá casi de manera mecánica hacer un recuento de lo mucho o poco que has
andado...
Verás todas esas huellas...
Y por un instante, tendrás tiempo para reconocer...
"de que ha servido, caminar tanto...".
No hay comentarios:
Publicar un comentario